viernes, 19 de agosto de 2011

UN COMPAÑERO

Por Volodia Teitelboim
(Artículo aparecido en la edición del 22 de febrero de 1970-Diario El Siglo.)

No sé si me equivoco; pero, sospecho que Américo Zorrilla es poco conocido fuera del Partido Comunista.
Sus camaradas, sin embargo, lo consideran uno de los militantes que contribuyen más y mejor a la lucha.

Cierto es que prefiere el silencio en torno a sí mismo. Más que a una actitud deliberada, creo que ello corresponde a su manera de ser. Como el estilo es el hombre, su estilo de trabajo resulta eficaz y discreto, creador y modesto. Su carácter lo inclina a asociar en el acto la teoría y la práctica. Idea y acción deben confundirse enseguida. Cuando se le asigna una tarea – y cada día tiene muchas y actúa siempre en equipo- existe la seguridad de que será cumplida con la mayor rapidez, calidad y eficiencia.

Por lo que me acuerdo, me parece que posee un talento organizador difícilmente comparable en nuestras filas.

Pero es algo más que un mecánico o un ingeniero que arma la máquina, ajusta sus piezas y controla su funcionamiento. Como trabaja con hombres, con masas, con pueblo, con alma, pone su alma y su inteligencia en la tarea de cada día, en la animación de la labor colectiva. Imprime el sello de sensibilidad en el trabajo y una sincera y limpia fraternidad.

Van para cuarenta los años que lo conozco. Era entonces un muchacho que había llegado a la lucha y al Partido desde el taller. Nacido en hogar de operarios de imprenta, creció respirando la ácida y morbosa fragancia del antimonio. Como Recabarren, pronto penetró, uno tras otro, en los misterios de las artes gráficas. Generalmente el obrero no escoge su labor; ésta lo elige según la ley de hierro de la necesidad. Pero quizás los tipos de imprenta ejercieron sobre él la misma fascinación que tuvieron para su maestro, porque sentía que esa actividad bien orientada, encaraba un medio posible para comunicar la fuerza de la verdad a las masas sin excluir cierta belleza intelectual y moral.

En evocaciones distantes lo recuerdo muy jovencito, delgado, montando imprentas clandestinas en medio de la noche. Ayudó a la instalación de la Empresa Antares, que editó “ Frente Popular”- un gran progreso para ese tiempo-, tabloide vespertino que jugó un papel decisivo en el triunfo de 1938. Funcionaba en una casona semiderruida de la cuarta cuadra de San Francisco. Tiempos de crisis, de real miseria y de revolucionaria alegría, vales en el restaurant “ La Hipica” donde mataban a medias sus hambres nuestros periodistas; meses de salarios inexistentes; días y noches junto a la abigarrada clientela formada por las prostitutas de enfrente, cartilleros, suplementeros, trabajadores de amanecida.

La compra de pantalones largos para la prensa popular se hizo con plata del pobre, quien se sacó un pan de la boca para adquirir por fin lo que nunca ésta había tenido, una rotativa poderosa y rápida como una locomotora. Barra Woll, Víctor Cruz aportaron su experiencia en la materia, recogida a la vera de Recabarren. Pero el joven Zorrilla trajo un aliento modernizador, un ritmo dinámico y organizado indispensable para que ( en 1970 se cumplen 30 años) una mañana los canillitas salieron gritando por las calles el nombre de un nuevo diario.

La historia de “ EL Siglo” – que no siempre hasta ahora ha sido recogida con rigor científico- un día dirá el papel del pueblo, del Partido, de los organizadores, de los gráficos, que participaron en ella. Necesariamente tendrá que dedicar una buena página a la labor desplegada por Zorrilla en la articulación de este engranaje complicado que permitió sacar un diario que significo una revolución y una revelación periodística para la época en que apareció.

En el ambiente gráfico se hizo proverbial su maestría técnica y su capacidad de organización. Por eso, cuando la Editorial Universitaria montó su imprenta,llamó a nuestro compañero para encomendarle la misión.

Con todo, pienso que tal vez él pasó demasiado tiempo entre la tinta, las linotipias, las prensas y las fresadoras.

Nos demoramos quizás demasiado en descubrirlo como un gran organizador de la actividad revolucionaria aplicada en cualquier campo.Cuando ese descubrimiento se hizo, contribuyó como nadie a desarrollar en el Partido el concepto de finanzas de masas, a estructurar las entusiastas y bien concebidas campañas económicas anuales, en que cada militante asume el compromiso personal de hacer conciencia en el pueblo de la necesidad de ayudar al combate, contribuyendo a subvenir los gastos de una gran batalla que le interesa a él y a toda la Izquierda.

Ha colaborado sin regatear nunca, en nungún momento, su esfuerzo para dar al mecanismo total del Partido un impulso renovador, más a tono con los tiempos que corren y con las responsabilidades futuras.

En la Comisión Política y en el Secretariado del Comité Central del Partido Comunista sus intervenciones son breves, exactas. Siempre dice lo estrictamente indispensable. Sin pretensiones, da en el blanco, descubre el ángulo preciso, pone en movimiento el eslabón que llevará la idea sin demora a la práctica.

Es absolutamente sencillo. Pero como emana de él un natural señorío de pueblo, muchos compañeros lo llaman “ Don Américo”.

Me parece un poco increíble. Pero “ Don Américo” cumple hoy 60 años.

Estoy seguro de que es éste el primer artículo escrito sobre él en toda su vida. Si lo lee, tal vez quede sorprendido, muy extrañado. Pero ¡ qué diablos !. Como se escriben montones sobre seres que no valen nada, he querido hoy día darme el gusto de escribir sobre una persona casi desconocida fuera del Partido Comunista.

Creo que interpreto a todos sus camaradas si digo una vez algo sobre este pequeño gigante, excelente compañero y magnífico ser humano, al cual tanto queremos y admiramos, que se llama Américo Zorrilla.

(Artículo aparecido en la edición del 22 de febrero de 1970-Diario El Siglo.)
Fuente: Libro "Don Américo Un Chileno Comunista - Homenaje Póstumo". 1992.

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